Berrea 2019 y mi primer trofeo
Publicado: Jue May 30, 2019 12:41 pm
Acá me encuentro recordando lo vivido en la berrea pasada, como dicen los españoles, y me vienen a la memoria eso momento inolvidable de tiempos vividos y ansiedades que se intenta controlar todo el año y en un momento, solo quedan sujetos a la triste suerte.
Allá por la tercera semana de marzo emprendimos el viaje junto con mi hermano -compañero de aventuras- al pueblo más antiguo de La Pampa, Victorica, que tan bien nos ha tratado en los últimos años, y por lo cual decidimos postergar el lance al sur cordillerano.
Luego de un par de termos de mate, llegamos a media tarde al campo donde nos esperaba nuestro anfitrión, todavía con algo de sol por aquella época del año donde el verano no quería marcharse, lo que nos jugaba en contra para la brama. Una vez cumplido con los saludos de rigor, nos encontramos con los rifles listos rumbo a la brama 2019 a probar suerte, esta vez probaríamos suerte en un campo nuevo que no conocíamos y con promesas de que como no se venía explotando debería tener buenos ejemplares, y así lo comprobamos, ni bien nos adentramos en el campo, al cruzar un par tranqueras ya pudimos divisar desde la camioneta un lindo ejemplar que asomaba en una picada a unos 100 metros de donde estábamos, y ahí me di cuenta que la brama había comenzado para nosotros y que esta vez tendría alguna que otro sorpresa.
Ese se nos ganó el monte y por mas aproximación que intentamos, no lo vimos más; al rato estábamos detrás de otro, pero esta vez nos ganó la noche y la visión se hizo muy difícil más allá que era época de luna, pero a esa hora el candil de tantas noches no había asomado todavía, así que nos volvimos a picar algo con algún tinto, buen amigo para calamar las ansiedades, y con las primeras horas de la mañana emprender un nuevo lance.
A eso de las cinco, sonó el despertado y como nos pasa a todos, es la única época del año que uno se levanta tan contento al alba, una hora después ya estábamos pateando el campo, a la espera de los primeros bramidos del rey de la pampa, así repartidos en dos grupos a mí me tocó con un guía, viejo conocido (fue mi primer guía) que mi hizo debutar con un descarte de 6 puntas, historia ya contada, lo único malo que le gusta caminar bastante y mi preparación física para este año no había sido la deseada, pero acá estábamos y como las ganas pueden a todo, no me iba a rendir tan fácilmente. Luego de escuchar un par de rezongos, nos encaminamos a uno que prometía, con tanta mala suerte que se nos acabó el campo y el muy guacho, se no corrió de cuadro, a pegar la vuelta, la noche había dejado lugar a los primeros rayos de sol, cada tanto una parada para ojear todo y retomar aire, cuando en una de esos altos el guía me indica que me agache, y ahí logro ver unas hembras de una tonalidad muy colorada, pero como la movida fue lenta todo concluyó en varias corridas y así se nos escapó la última posibilidad de la mañana. Ya en la camioneta, disfrutando algún amargo nos encontramos con el otro grupo, el cual no había corrido con mejor fortuna que la nuestra.
A la tarde encaramos temprano para el mismo lugar, habiendo comprobado que el límite del campo que nos cortó el lance a la mañana, era solo una picada más que solo separaba otro potrero y pertenecía todo al mismo dueño y allí fuimos, rifle al hombro, este año traía conmigo un marlín xlc 7 calibre 270 win versión camuflada con una zeiss duralyt 2.5-8 x 42, un conjuntito muy liviano para adentrarse en el monte y hacer largas caminatas, como mi guía me tenía acostumbrado. Como dato anecdótico, en el camino se nos cruzó un lindo colorado que nos agarró de imprevisto y no me dió tiempo ni a apuntar, pero allí no terminaría mi día.
En una de las tantas lomas que tenía el campo, binocular en mano observábamos en busca de alguna corona entre tanta maleza, y allá por media tarde escuchamos un par de bramidos, viendo que uno lo teníamos a tiro, a ese nos dirigimos. El monte en esta parte era bastante sucio y eso nos jugaba en contra, en un momento se lo escuchaba tan cerca que parecía que estaba a la vuelta de las matorrales que teníamos delante, se escuchaba como limpiaba las cornamentas contra alguna planta pero no podíamos verlo, y de repente divisamos unas cierva en una especie de callejón formado entre piquillines y demás, nos quedamos como estatuas con miedo a ser descubiertos, y en eso le comento al guía que este año buscaba algún 10 puntas para arriba, a lo que me responde que sería difícil verlo, si nos daba oportunidad de tiro sería un instante, pero que él creía que debía ser bueno, por la cantidad de damiselas que lo rodeaban y así fue que los astros se alinearon, una centinela nos descubrió y salió rumbo a la derecha nuestra junto con las otras, pero nuestro macho se encontraba a la izquierda, por lo cual, si seguía a sus chicas, debía cruzar frente a nosotros, y así fue como me prepare con el rifle apoyado sobre un monopie improvisado a tales efectos, cuando al segundo lo veo que se encaminaba detrás de sus chicas “tírale que es bueno” escucho, centre la cruz en la paleta pero cuando apretó el gatillo, me doy cuenta que me había quedado medio atrás, todo sucedió en segundos, aturdido por el estruendo y destello le pregunto al guía si le había pegado, escucha me dice, ahí cayó. Se escucharon las ramas rotas y el ruido cuando se desplomó. Serían uno 60 a 80 metros que nos separaban de tan preciado premio, con el corazón latiendo a mil nos acercamos y allí estaba un hermoso 12 puntas muy simétrico, mi primer trofeo, cazado en buena ley con un tiro impecable a los pulmones, de mi nuevo compañero “el 270 win”, que cada día me gusta más y ya lleva tres colorados en su haber, nada mal para un calibre tan cuestionado para la brama pampeana.
Así concluyó mi segundo día de berrea con mi primer trofeo de 12 puntas.
FOTOS EN BREVE, SALUDOS
Allá por la tercera semana de marzo emprendimos el viaje junto con mi hermano -compañero de aventuras- al pueblo más antiguo de La Pampa, Victorica, que tan bien nos ha tratado en los últimos años, y por lo cual decidimos postergar el lance al sur cordillerano.
Luego de un par de termos de mate, llegamos a media tarde al campo donde nos esperaba nuestro anfitrión, todavía con algo de sol por aquella época del año donde el verano no quería marcharse, lo que nos jugaba en contra para la brama. Una vez cumplido con los saludos de rigor, nos encontramos con los rifles listos rumbo a la brama 2019 a probar suerte, esta vez probaríamos suerte en un campo nuevo que no conocíamos y con promesas de que como no se venía explotando debería tener buenos ejemplares, y así lo comprobamos, ni bien nos adentramos en el campo, al cruzar un par tranqueras ya pudimos divisar desde la camioneta un lindo ejemplar que asomaba en una picada a unos 100 metros de donde estábamos, y ahí me di cuenta que la brama había comenzado para nosotros y que esta vez tendría alguna que otro sorpresa.
Ese se nos ganó el monte y por mas aproximación que intentamos, no lo vimos más; al rato estábamos detrás de otro, pero esta vez nos ganó la noche y la visión se hizo muy difícil más allá que era época de luna, pero a esa hora el candil de tantas noches no había asomado todavía, así que nos volvimos a picar algo con algún tinto, buen amigo para calamar las ansiedades, y con las primeras horas de la mañana emprender un nuevo lance.
A eso de las cinco, sonó el despertado y como nos pasa a todos, es la única época del año que uno se levanta tan contento al alba, una hora después ya estábamos pateando el campo, a la espera de los primeros bramidos del rey de la pampa, así repartidos en dos grupos a mí me tocó con un guía, viejo conocido (fue mi primer guía) que mi hizo debutar con un descarte de 6 puntas, historia ya contada, lo único malo que le gusta caminar bastante y mi preparación física para este año no había sido la deseada, pero acá estábamos y como las ganas pueden a todo, no me iba a rendir tan fácilmente. Luego de escuchar un par de rezongos, nos encaminamos a uno que prometía, con tanta mala suerte que se nos acabó el campo y el muy guacho, se no corrió de cuadro, a pegar la vuelta, la noche había dejado lugar a los primeros rayos de sol, cada tanto una parada para ojear todo y retomar aire, cuando en una de esos altos el guía me indica que me agache, y ahí logro ver unas hembras de una tonalidad muy colorada, pero como la movida fue lenta todo concluyó en varias corridas y así se nos escapó la última posibilidad de la mañana. Ya en la camioneta, disfrutando algún amargo nos encontramos con el otro grupo, el cual no había corrido con mejor fortuna que la nuestra.
A la tarde encaramos temprano para el mismo lugar, habiendo comprobado que el límite del campo que nos cortó el lance a la mañana, era solo una picada más que solo separaba otro potrero y pertenecía todo al mismo dueño y allí fuimos, rifle al hombro, este año traía conmigo un marlín xlc 7 calibre 270 win versión camuflada con una zeiss duralyt 2.5-8 x 42, un conjuntito muy liviano para adentrarse en el monte y hacer largas caminatas, como mi guía me tenía acostumbrado. Como dato anecdótico, en el camino se nos cruzó un lindo colorado que nos agarró de imprevisto y no me dió tiempo ni a apuntar, pero allí no terminaría mi día.
En una de las tantas lomas que tenía el campo, binocular en mano observábamos en busca de alguna corona entre tanta maleza, y allá por media tarde escuchamos un par de bramidos, viendo que uno lo teníamos a tiro, a ese nos dirigimos. El monte en esta parte era bastante sucio y eso nos jugaba en contra, en un momento se lo escuchaba tan cerca que parecía que estaba a la vuelta de las matorrales que teníamos delante, se escuchaba como limpiaba las cornamentas contra alguna planta pero no podíamos verlo, y de repente divisamos unas cierva en una especie de callejón formado entre piquillines y demás, nos quedamos como estatuas con miedo a ser descubiertos, y en eso le comento al guía que este año buscaba algún 10 puntas para arriba, a lo que me responde que sería difícil verlo, si nos daba oportunidad de tiro sería un instante, pero que él creía que debía ser bueno, por la cantidad de damiselas que lo rodeaban y así fue que los astros se alinearon, una centinela nos descubrió y salió rumbo a la derecha nuestra junto con las otras, pero nuestro macho se encontraba a la izquierda, por lo cual, si seguía a sus chicas, debía cruzar frente a nosotros, y así fue como me prepare con el rifle apoyado sobre un monopie improvisado a tales efectos, cuando al segundo lo veo que se encaminaba detrás de sus chicas “tírale que es bueno” escucho, centre la cruz en la paleta pero cuando apretó el gatillo, me doy cuenta que me había quedado medio atrás, todo sucedió en segundos, aturdido por el estruendo y destello le pregunto al guía si le había pegado, escucha me dice, ahí cayó. Se escucharon las ramas rotas y el ruido cuando se desplomó. Serían uno 60 a 80 metros que nos separaban de tan preciado premio, con el corazón latiendo a mil nos acercamos y allí estaba un hermoso 12 puntas muy simétrico, mi primer trofeo, cazado en buena ley con un tiro impecable a los pulmones, de mi nuevo compañero “el 270 win”, que cada día me gusta más y ya lleva tres colorados en su haber, nada mal para un calibre tan cuestionado para la brama pampeana.
Así concluyó mi segundo día de berrea con mi primer trofeo de 12 puntas.
FOTOS EN BREVE, SALUDOS