Siempre es necesario aceptar la responsabilidad de cubrir las necesidades físicas, psíquicas y sociales de cualquier animal de compañía antes de acogerlo en nuestro hogar, de hecho, nuestra mascota debería pasar a considerarse "uno más de la familia".
No obstante, cuando eso de ser un miembro más del hogar se toma al pie de la letra, tratamos al perro de una forma que lejos de ser beneficiosa para él, resulta contraria a su naturaleza y puede afectar de forma negativa a su comportamiento.
Semejanzas entre el perro y el hombre
Primeramente es importante conocer las semejanzas entre nuestros amigos los canes y nosotros, estas similitudes deben aceptarse del mismo modo que las múltiples diferencias que nos separan, sólo así, estaremos a salvo de cometer un grave error, humanizar al perro o tratarlo como si fuera un bebé.
Los perros son mamíferos sociales al igual que nosotros, es decir, necesitan vivir en grupo para poder sobrevivir y también alcanzar un pleno estado de bienestar, su sociabilidad hace que al igual que nosotros los perros no toleren bien la soledad.
Otro aspecto que nos asombra acerca de su sensibilidad, es que debido a su agudeza sensorial los perros también responden muy positivamente a la música, algo que ya se advertía antiguamente, de ahí la célebre cita " la música amansa a las fieras".
Diferencias que deben ser respetadas
No podemos utilizar las semejanzas que tenemos con los perros para tratarlos como verdaderos iguales, ya que entonces no estaremos respetando su naturaleza animal e instintiva.
El perro tiene una gran capacidad de detectar estímulos, debido a que sus sentidos poseen una agilidad mucho mayor a los nuestros, además, son completamente instintivos, y esto parece que a los humanos nos cuesta mucho entenderlo.
Es un grave error proyectar en el perro emociones que no son propias de la especia canina, como por ejemplo, la venganza. Ningún perro desobedece o causa un pequeño caos en casa por albergar en él un sentido de venganza. Sólo respetando las semejanzas y las diferencias entre perros y personas se puede crear una relación beneficiosa y productiva para ambas partes.
Tratar al perro como a un bebé es un gravísimo error
Aunque estemos ante un cachorro, debemos ser muy cuidadosos para no tratarlo como a un bebé. Por ejemplo, cuando invitamos reiteradamente a un cachorro a que se suba sobre nosotros, por entrañable que parezca este hecho, debemos valorar si tendremos esta misma opinión cuando sea adulto. Debemos entender que el perro necesita un orden y un entorno coherente.
La ausencia de límites y la falta de disciplina lleva directamente al perro a padecer trastornos del comportamiento e incluso a mostrarse agresivo. Las complicaciones derivadas de la falta de disciplina pueden ser muy graves.
El perro necesita una rutina activa, muy distinta a la de un bebé, en la que debemos incluir el ejercicio, los paseos, la práctica de obedencia y la socialización. Debemos entender que el perro tiene una naturaleza propia que incluye olisquear orines, babear y realizar actos poco convencionales para nosotros, los humanos. Entender que el perro no es un ser humano es totalmente compatible con una actitud cariñosa y afectuosa con él, simplemente no es la misma que debe recibir un bebé.
Consejos para disfrutar de un perro feliz y equilibrado
Evita los principales errores de la humanización y bríndale a tu perro la actitud que este necesita ver en ti para sentirse feliz en el seno de su familia humana:
No tomes a tu perro en brazos (esto les puede crear una gran sensación de inseguridad)
El amor que le das a tu perro siempre debe ir acompañado de límites y disciplina
Las necesidades de tu perro no son las mismas que las tuyas, como propietario debes atender sus necesidades, eso incluye el ejercicio físico diario
El perro necesita contacto con otros animales, por lo tanto, debes socializarlo desde cachorro